“Esperamos que no llegue el Gobierno y como ha ocurrido con el autoconsumo de electricidad imponga que hay que pagar un peaje o un impuesto más por instalar calderas de biomasa y abastecerlas con pelets”. En plena celebración en Valladolid de la feria más importante de España y del sur de Europa del sector de la biomasa, Expobioenergía, se constata que los usos térmicos (calefacción y agua caliente sanitaria) viven un momento dulce dentro de esta energía renovable. A la par, hay temor a que empresas y consumidores acaben pagando la cuota de mercado que pierden poco a poco el gasóleo y el gas y se vean amenazados los ahorros que ahora consiguen cambiando estos combustibles fósiles por biocombustibles sólidos como los pelets y las astillas.
Un paseo por la última edición de Expobioenergía, que concluyó ayer tras tres días de feria, permite ver que en todos los eslabones de la cadena de la biomasa se nota el crecimiento del mercado. Una cadena que afecta a la agricultura (cultivos y residuos agrícolas), desarrollo rural (empresas y logística enclavadas en territorios agrícolas y forestales), investigación y tecnología (calderas y estufas más eficientes) e industria (fabricación y distribución de equipos, producción de peles, briquetas y astillas).
Durante las sesiones de una de las jornadas que acogió la feria, BioMun (BIOenergía para MUNicipios), representantes municipales de varios puntos de España compartieron experiencias. Uno de los casos más elocuentes fue el de Huétor Tájar, en Granada. Su alcalde, Fernando Delgado, cuenta eufórico que en el año que lleva instalada la red de calor de biomasa en el municipio han ahorrado un 68% en gastos de calefacción: 37.000 euros en biomasa frente a los 115.000 euros que les costaba el gasoil. La red de calor, que suministra calefacción y agua caliente a cinco dependencias municipales, entre colegios, instalaciones deportivas y centros sociales, tiene la particularidad de que se abastece con huesos de aceituna, un biocombustible aún más apegado al agro mediterráneo.